Mejillones en salsa de vino blanco y nata

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PRESENTACIÓN

Existen realmente muchas recetas para cocinar los mejillones porque este molusco tiene un sabor tan delicado que resulta extremadamente versátil. Algunas de las recetas que lo tienen como protagonista son muy simples y, sobre todo, rápidas de preparar como los mejillones a la pimienta, pero también existen recetas más elaboradas y ricas, como la que os proponemos hoy: mejillones en salsa de vino blanco y nata. Esta receta ha sido un verdadero descubrimiento que nos ha deleitado con una nueva forma de saborear este molusco tan amado. El sofrito de cebolla y ajo hecho con mantequilla junto al sabor aromático del vino blanco y el jugo acidulado del limón se vuelve cremoso con la nata: crearéis un aderezo delicioso y sabroso que dejará extasiados a vuestros invitados. Hemos sumergido los mejillones en este condimento para que absorban todo el sabor, logrando un resultado denso y aterciopelado. ¡Nosotros apostamos a que además de comer los mejillones, alguien hará una buena limpieza del plato!

INGREDIENTES
Mejillones 2 kg
Mantequilla 50 g
Cebollas 80 g
Ajo 10 g
Vino blanco 400 ml
Limones 1
Salvia cantidad suficiente
Romero cantidad suficiente
Tomillo cantidad suficiente
Harina 00 30 g
Perejil 5 g
Nata fresca líquida 200 ml

Preparación

Para preparar los mejillones en salsa de vino blanco y nata, empezad con las hierbas aromáticas: lavadlas bien y secadlas. Luego, separad las hojas de tomillo y romero de las ramas 1 y picadlas finamente, junto con la salvia 2. Picad finamente también el perejil, reservándolo aparte 3.

A continuación, pelad y picad finamente la cebolla 4. Pasad al limón sin tratar: rallad la cáscara y recolectadla en un tazón pequeño 5. Exprimidlo y obtened el jugo 6: reservad el jugo y las cáscaras.

En este punto, dedicad tiempo a la limpieza de los mejillones (para más detalles, consultad nuestra escuela de cocina: Cómo limpiar los mejillones). Lavad bien los moluscos bajo abundante agua corriente fresca 7 y quitad el filamento que veréis salir de las valvas del mejillón 8. Con la ayuda de un cuchillo, eliminad incrustaciones y percebes del caparazón, y para una limpieza mayor, pasad un estropajo de acero sobre el caparazón para eliminar las impurezas restantes 9.

Ahora tomad una cacerola de bordes altos y fondo antiadherente y haced derretir a fuego muy bajo 40 g de mantequilla 10. Cuando esté derretida, añadid el ajo 11 y la cebolla 12.

Cuando el ajo esté dorado, retiradlo 13. Desglasad con el vino blanco 14 y añadid el jugo de limón 15.

Aromatizad con las cáscaras de limón 16. Añadid el picado de salvia, romero y tomillo 17 mezclando bien los ingredientes. Finalmente, incorporad los mejillones 18.

Cubrid con una tapa 19 y dejad cocer a fuego bajo durante 3-4 minutos. Cuando los mejillones se hayan abierto, con la ayuda de una espumadera, trasladadlos a un bol 20 y abrid algunos 21 eliminando las conchas.

Reducid el líquido de cocción 22 y verted los restantes 10 g de mantequilla 23 para que se derrita. Transferid un cucharón del líquido de cocción a un bol grande en el que verteréis la harina en forma de lluvia, continuando a batir con las varillas manuales para crear una mezcla homogénea y sin grumos 24.

Volved a transferirlo a la cacerola mientras continuáis mezclando los ingredientes para evitar la formación de grumos 25: dejad espesar a fuego muy bajo durante 2-3 minutos. Luego, añadid la nata 26, siempre continuando a batir. Finalmente, verted nuevamente los mejillones en la cacerola 27.

Mezcladlos bien con el líquido de cocción 28 y dejad que se impregnen calentándolos a fuego bajo durante 3-4 minutos. Aromatizad con el perejil picado 29, mezclándolo bien con los otros ingredientes y apagad el fuego. Finalmente, ajustad de sal y pimienta. Emplated ahora los mejillones en salsa de vino blanco y nata y disfrutadlos aún calientes 30!

Conservación

Recomendamos consumir los mejillones en salsa de vino blanco y nata recién hechos. Si sobran, podéis conservarlos en el frigorífico cerrados en un recipiente hermético por un máximo de 1 día.

No recomendamos la congelación.

Consejo

Algunos trucos para personalizar esta receta: si preferís un sabor más delicado, podéis sustituir la cebolla por chalota y el limón por lima.

Curiosidad

Sin duda habréis notado con cuánta tenacidad y firmeza el mejillón se adhiere a las rocas; pues bien, lo consigue mediante la sustancia que secreta, que se transforma en un filamento llamado biso. El biso (sí, ¡precisamente el filamento que hay que arrancar de los mejillones para limpiarlos!) es un filamento que se ancla a las rocas y permite a los mejillones resistir las corrientes más fuertes y las marejadas más terribles.

Para la traducción de algunos textos, se pueden haber utilizado herramientas de inteligencia artificial.